
Si Murakami fuera un árbol, ¿sería un sauce?
mmmh. Nosotros los mexicanos, ¿qué árbol seríamos?
veamos y encontremos
Si Murakami fuera un árbol, ¿sería un sauce?
mmmh. Nosotros los mexicanos, ¿qué árbol seríamos?
para escuchar conviene callar el alma, muy de dentro, casi ni es alma, es su carnita, su pellejo, su corteza, su niñez.
es volver a una pequeñez diminuta, casi obligada. Volver a un almuerzo interminable con la familia e intercambiar miradas con los de tu estatura. Buscar un juego, algo en común, un silencio.
Es compartir un silencio.
es dormir y pensar en las palabras de tu mamá, te darás vueltas en tu adultez y terminarás por dormir en una vejez que no termina…
como cuando estuviste en silencio y con la palabra en la punta de tu nariz. Se te fue sola la vida (aunque no sabes qué significa eso) y regresó vestida de perra
las perras vueltas que das para finalmente encontrar un poco de calma en la habitación que tanto dijo Virginia Woolf que necesitarías como mujer. Sólo te falta dinero, pero ni eso te interesa. Ni el amor.
Más bien te interesan las formas que toman las palabras ajenas en tu cabecita loca. Te gusta invertirlas, ponerlas de cabeza; te gusta regresar palabras, adornarlas, regalarlas… pero te inquieta la manera que dices lo que menos quieres, y empiezas otra vez un largo viaje. Eso es amor.
pero se acaba el día y tu estás alerta a lo insensible y a lo diminuto. Parece que todo se calma para ti, para que lo observes y aprendas a observar. Te das una lección para tu corazón joven de lo que es la soledad y la compasión, y te preguntas si antes de ser compasiva con otros, lo eres contigo misma.
no te importa mucho la respuesta porque el silencio te abraza.
el silencio te traza.
el silencio te calienta las manos.
el silencio no juzga
el silencio duerme
pero sobretodo
el silencio te enseña a escuchar.
la noche cae en las calles, despejándose de «la foule» como diría Piaf, pero tú, estando en tu cuarto con Virginia Woolf, estás despierta y te gustaría tomar tu instrumento inexistente y tocarte
el alma.
y es curioso porque antes te molestaba la carne, ahora la ocupas para ocultarte. Ahora recurres a lo diminuto para sentirte en silencio.
El silencio se transforma en una duda, en una espera dolorosa y en una resolución sinfónica, pero insistes que lo pequeño es la única oración de penitencia para tus fríos corporales.
y es entonces, cuando el silencio se vuelve el oráculo de tus oraciones y un aliado de la tristeza, y es que
para escuchar conviene callar el silencio mismo también, no lo he intentado…supongo que aliviará el pasado y hará de mi calma, una espera. Aunque…no espero nada, muy dentro del silencio, siento que espero de ti todo.
el silencio me hizo subir. Hoy me fui a parar entre el sospecho de la lluvia y las ventanas abiertas, no encontré mucho, solo rasguños de cortinas y personas que buscaban lo mismo que yo: silencio.
¿qué pasa en el silencio?
hoy te mantuve quieto en la mirada, tigres blancos lloraban la selva
mis quietas ansias se acomodaron en tu espacio corto
de mis vértebras pocas te miré, y en la tierra
se iban yendo los animales,
que porque mis nervios no se esconden bien
que porque no me se esconder
que porque soy presa
que porque soy verde
que porque soy yerba
que porque soy selva
Hay dolencias peores que las dolencias.
como la pregunta sin contestar,
como un bostezo al cristal,
como unos lentes empañados
o como un foco a punto de fundirse
quisiera rascar mi corazón hasta que sangre
quisiera rascar mi corazón hasta que se rompa
regalarlo en pedazos, y si es que alguien le sirve la carne
que a mi me atormenta completa, de arriba a abajo
dárselo a quien lo necesite, a quien lo ocupe
lo que a mi alguna vez fue útil y ahora me pica
que se rompa el corazón, que sangre el corazón
regalar un escape, una salida, regalar mi aorta
será cierto eso que dicen por ahí…que la gracia del cuerpo, en fija materia espera que el entorno lo observe para que se haga diminuto?
como el sesgo del tiempo en su propio pasar, como cuando te veo lento y en mi mente todo va rápido
lo bueno de hoy, es que me dormí temprano en celo de esperarte, en la rabia de encontrarte, en la almohada de llorarte
lo bueno de ayer, es que no dormí nada
quisiera contarte lo que han visto mis labios y lo que han besado mis ojos, sin afán de hacerte mal, sin afán de buscar amor donde no hay
he creado el amor en espacios donde no existen, en espacios olvidados, donde impera el silencio
el silencio es amor abundante que se arrastra gritando
lo bueno de antier es que ni siquiera me pasaste por la mente, como si hubiera aprendido que la ausencia es mi mejor compañía
y que estoy sola
siempre estaré sola
y que me embriago con notas
y que no necesito tomar de tu agua porque realmente nunca tengo sed
realmente nunca tengo sed…
será cierto eso que dicen por ahí…que la gracia del cuerpo no es nada sin que haya movimiento
no lo creo pues yo amo lo que no se mueve, porque en mis ojos todo tiembla
tiembla en mi corazón la luz que nunca tuve, como lo que tuve ayer y dije que no tendría hoy.
debajo de mi brazo, llevo un sol que arde
quisiera iluminar a todo el mundo
en especial a los que le ríen al viento
hoy llueve para arriba. Hoy el agua sale de mí.
me enseñaron a amar a mis semejantes pero al mismo tiempo, no puedo confiarles tanto amor. Ni siquiera yo sé que es. Lluvia ascendente.
lluvia del mar. El mar se queda vacío. La tierra llora.
todo es ruido por eso nado mar adentro
ya no hay mar, quisiera ser ave entonces.
ya no hay aire, quisiera salirme entonces.
el ruido me estorba.
ya no hay mar.
ya no hay mar, ya no llueve.
con los dos, nuestro paraguas sube.
Entre grietas sonoras se asoma
un pajarito verde olivo
me trae el mensaje de revolución
que los hombres leen y escuchan
y que la violencia les mueve
el más pequeño escalofrío
que porque no les pasó a ellos
entre grietas sonoras se asoma
la paloma del comandante
que más vale que tenga cuidado
pues el pueblo está despierto
mandó a volar su paloma
sobre sus aritos de luz
la mujer anciana habló con ella
y la fe los cegó
prefiero vivir en exceso de luz
y aunque no sea la revolución
su palabra es devoción
oyó la sangre en silencio y el comandante
quien preocupado corrió al nido
no fue el pueblo el que estaba herido
sino su pajarito verde olivo